Cuenta regresiva  N°2   

                                     
Luego de las elecciones parlamentarias del 4 de marzo de 1973, el Presidente Allende procedió a una reestructuración de su gabinete, que no incluyó a ningún oficial de las FFAA. Los resultados de la elección de diputados y de la mitad del Senado habían sido un balde de agua fría para los conspiradores civiles y militares puesto que la oposición no obtuvo como esperaba, los 2/3 tercios constitucionales indispensables en esta última asamblea para destituir al Presidente de la República. Se había tratado y se trataría todavía como veremos más adelante de una táctica de “emplazamiento”, aculando al gobierno a una suerte de “golpe blanco”.

 

La negativa de las FFAA de participar institucionalmente en el gobierno de la UP se acentuaría con el correr de las semanas y meses. Pero desde abril de 1973, conspiradores de las diferentes armas, sobre todo de la Armada y la Fach habían entablado ya conversaciones, con algunos oficiales superiores del Ejército (Arellano Starck) y Carabineros (Arturo Yovane Zúñiga). Pero aún en ese mes de abril, el grueso de la oficialidad superior del Ejército, siguiendo la línea defendida por el general Prats, observaba una actitud constitucionalista. Sin embargo, cundía la idea entre los uniformados que una intervención militar era inevitable, ante “el caos” desencadenado por el gobierno de la UP.

 

Altos oficiales de las FFAA ya estaban en contacto con el núcleo conspirativo. Esto era particularmente cierto en lo que respecta a la Armada, donde algunos de sus oficiales mantenían estrechos contactos con oficiales de la Inteligencia Naval estadounidense. Esta relación privilegiada de oficiales superiores con servicios de potencias extranjeras existía también en la Fach. El entonces coronel Juan Soler Manfredini de esta institución estuvo entre los primeros conspiradores, así como el coronel Mario Jahn Barrera. La relación con servicios de potencias extranjeras no era nueva. En la conspiración que condujo al asesinato del general Schneider en 1970, varios civiles y militares en servicio activo y en retiro habían participado activamente. El inefable y desprestigiado general de ejército Camilo Valenzuela y Alfredo Canales, “el macho Canales”, habían sido dados de baja. Este último, que había rehusado presentar su dimisión al general Prats, estuvo implicado en un intento de golpe durante el paro de octubre de 1972. El primero, Valenzuela, había recibido en 1970, 50 000 dólares de la mano del agregado militar de EEUU en Santiago, el coronel y agente de la CIA, Paul Wimert, para ayudar a realizar uno de los planes Track que apuntaba a impedir que Salvador Allende accediera a la presidencia de la república. Otro oficial, de la marina, también recibió 50 000 dólares, pero ante el fracaso del plan y el requerimiento de devolución del dinero por parte de Wimert, éste último lo devolvió. No así Valenzuela que protagonizó un bochornoso pugilato con Wimert, quien tuvo que recuperar los 50 000 dólares a bofetadas. Como dice el refrán popular:” Pocos generales latinoamericanos resisten un cañonazo de 50 000 dólares!”.

 

En la Armada, aparte del almirante Raúl Montero Cornejo y el capitán de navío Arturo Araya Peteers, edecán del Presidente Allende asesinado en las semanas siguientes, la correlación de fuerzas entre los oficiales superiores era abrumadora en favor del golpe de Estado.

 

En la Fach, existía también un grupo de oficiales constitucionalistas que después del 11 de septiembre de 1973 serán detenidos, torturados y procesados.

 

El núcleo conspirativo consideró que había que tranquilizar a los jóvenes oficiales, cuidando que no hubiese ningún exabrupto militar que lanzara por tierra el trabajo conspirativo emprendido desde hacía meses. Arellano Starck, una de las cabezas de la conspiración, lo explicó claramente: “Habría sido un suicidio actuar en forma aislada y sin coordinación…No se trataba de un golpe militar más, sino buscar la forma de poner al país a cubierto para el futuro de riesgos tan grandes como el que estábamos presenciando”.

 

En ese mes de abril de 1973 la conspiración aprovechaba también las disensiones en el campo de los propios partidarios del gobierno, que en el mes precedente había conocido el quiebre y división del MAPU, del cual ya en octubre de 1971 se había desprendido un sector que rehusó la definición “marxista” propugnada por la dirección que encabezaba Oscar Garretón, Eduardo Aquevedo y Kalki Glauser  y fundaron la Izquierda Cristiana.

 

Por su parte, el MIR, que aportaba su “apoyo crítico” al gobierno desataba tomas de fundos y predios en el sur, poniendo en duros aprietos a las autoridades gubernamentales.

 

También el radicalismo, partido histórico que se entronca con la revolución de 1859 y la derrota de la fracción rebelde liberal, encabezada por los Gallo y los Matta. El partido Radical había sufrido varias divisiones, una fracción derechista encabezada por Julio Durán, fundó la Democracia Radical e ingresaría a la CODE junto a la DC y al PN. Otra escisión dió lugar a la creación del PIR en agosto de 1971, que terminaría también en la CODE en abril de 1972.

 

Pero sin lugar a dudas que los enfrentamientos habidos en torno a la ENU (Escuela Nacional Unificada), proyecto presentado por el gobierno que se orientaba a la transformación integral de la educación, provocaron una agudización política mayor, toda vez que tocaba en gran parte a los sectores medios. En 1971 se había debatido ampliamente, pero dicho proyecto encontró una gran resistencia, al considerar la DC y la derecha que se trataba de instaurar una educación ideologizante y finalmente, ante la oposición de la Iglesia, ese año 1973 se postergó “sine die”, al no haber consenso político al respecto.

 

Ya desde 1971, un sector de la oposición había adoptado una “línea de masas”, tratando de ocupar y disputar a la izquierda, federaciones estudiantiles, sindicatos, gremios, y Juntas de Vecinos Fue así como en 1971, el candidato de la DC, Guillermo Yunge obtuvo la presidencia de la FESES y al año siguiente, Andrés Allamand del PN, fue electo en dicho cargo.  EL PDC y la derecha actuaban de consuno, puesto que el alejamiento sin retorno de la DC y de los sectores medios de la UP, se había verificado simbólicamente el 8 de junio de 1971 con ocasión del asesinato del exministro Pérez Zújovic por la VOP (Vanguardia Organizada del Pueblo). La alianza electoral Confederación de la Democracia (CODE) entre la derecha y el PDC quedaría sellada en julio de 1972, que incluyó también al PIR, PADENA y DR.

 

Pero en abril de 1973, la discusión pública en torno a la ENU que hemos mencionado más arriba, le vino como anillo al dedo al ambiente de deliberación militar cada vez más acentuado, consecutivo a la desilusión de civiles y militares por no haber obtenido los 2/3 necesarios en el Senado para despojar de su investidura al Presidente Allende. El núcleo conspirativo se empleó a fondo para tratar de soliviantar los ánimos de los oficiales, y la mayoría de los sectores civiles medios que rehusaban el proyecto gubernamental.

 

El 11 de abril, el entonces ministro de Educación, Jorge Tapia Valdés (PR) conferenció sobre dicho proyecto ante 60 oficiales de las tres ramas de las FFAA. Luego de su alocución subió a la tribuna el vicealmirante Ismael Huerta, de reconocida posición antigubernamental y que será ministro de RREE de la Junta y representante permanente de la Junta ante la ONU, calificando el proyecto de la ENU como intento de concientización marxista. Fue aplaudido a rabiar. Después intervinieron en términos similares el general Javier Palacios (quien 5 meses más tarde tomaría La Moneda por asalto transmitiendo el famoso y lacónico mensaje: “Misión cumplida.Moneda tomada.Presidente muerto.”) Asimismo hablaron los coroneles del Ejército,Pedro Espinoza y Víctor Barría, ambos serán posteriormente agentes de la DINA. La deliberación uniformada contra el gobierno de la UP se extendía a ojos vista.

 

Al mes siguiente, mayo de 1973, los conspiradores de la Marina, reunidos en la Cofradía Náutica , se encargaban junto a civiles de la elaboración de un programa económico del futuro gobierno, una vez depuesto el Presidente Allende. Era un grupo de economistas capitaneados por el ex oficial naval Robert Kelly Vásquez. Allí se concibió el “Ladrillo”, programa económico neoliberal considerado fundamental que serviría de inspiración al régimen que sucediera al gobierno de la UP. Había recibido la influencia de Milton Friedman de la Universidad de Chicago y había sido propuesto por economistas de la UC. Sus autores fueron Andrés Sanfuentes, Juan Villarzú y José Luis Zabala, quienes contaron con la colaboración de empresarios y economistas tales como Pablo Baraona, Alvaro Bardón (DC), Sergio de Castro, Juan Andrés Fontaine, Miguel Kast, Rolf Lüders, etc. Todos acérrimos partidarios del gobierno militar de Pinochet.

 

En mayo de 1973, el general Prats se ausentó casi un mes de Chile, siendo acompañado por los generales Bonilla y Benavides. Lo subrogó una vez más Augusto Pinochet en la Comandancia en jefe del Ejército. Visitó EEUU, el Vaticano y la URSS. De esta última trajo un recuerdo muy enojoso puesto que sus pares soviéticos tenían una opinión muy precisa acerca de la sedición que preparaban los generales chilenos que conspiraban y había, pensaban, que utilizar mano dura. “Muy buenos los tanques y cañones soviéticos -dijo a sus cercanos colaboradores- pero la URSS es otra realidad, agregó desencantado.

Dicho desencanto se agregaba al del Presidente Allende, quien luego de su visita a Moscú en diciembre de 1972, volvió a Chile sin obtener la ayuda financiera esperada.

 

El 6 de junio de 1973, justo luego de volver a Chile, el general Prats escribió en sus Memorias : “Al meditar sobre el encadenamiento de sucesos conflictivos, de pronto comprendo lo inexorable. A partir del 4 de septiembre de 1970 se ha venido gestando el derrocamiento del gobierno de la UP, cuyo plazo máximo está limitado a 1973…”.


Francisco Peña Torres

abril 2023


 

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