Desde la Nakba (desastre en árabe) de 1948 hasta las ofensivas más recientes sobre Gaza, el conflicto palestino-israelí dejó de ser una disputa territorial para convertirse en una expresión concentrada de las tensiones globales entre imperialismo, resistencia y derechos humanos.
En este escenario, la lucha palestina interpela no solo a los organismos internacionales, sino también a las sociedades civiles que, desde distintos rincones del mundo, reconocen en Palestina una herida abierta en el orden contemporáneo.
En entrevista con la primera edición de Radioanálisis, el académico e investigador de la Facultad de Filosofía y Humanidades de nuestra casa de estudios, Rodrigo Karmy, abordó los principales ejes de su libro El nudo del mundo: La cuestión palestina en la era del Trumpismo, una obra breve pero incisiva que propone una lectura epocal del conflicto.
Académico Rodrigo Karmy. Foto: U. de Chile
Lejos de tratarse de un análisis regional, el texto expone que Palestina funciona como un paradigma global, una imagen condensada de las transformaciones políticas, securitarias y simbólicas que atraviesan el mundo contemporáneo.
“Palestina se ha convertido en la imagen del mundo mismo. Eso significa que, de alguna manera, el mundo se ha palestinizado”, afirmó Karmy, explicando que el paradigma colonial que se vive en ese territorio se replica en múltiples geografías. “Estamos experimentando una palestinización del mundo y una sionización de las grandes oligarquías militares y financieras”.
El autor reflexionó sobre el rol de los medios en la construcción de “narrativas anestésicas” frente al horror. Para Karmy, esta saturación no oculta el genocidio, pero sí neutraliza las pasiones que podrían movilizar una respuesta ética.
“Las grandes corporaciones mediáticas han intentado establecer este vocabulario neutral, este vocabulario anestésico, por medio de imágenes que saturan y promueven esta anestesia”, señaló.
Familias palestinas se desplazan con sus pertenencias en medio de la crisis humanitaria en la Franja de Gaza. Foto: X @UNRWA.
“Más que anestesia, es un intento de generar una educación sádica”, agregó. Según el académico, esta pedagogía del horror busca naturalizar la violencia contra los palestinos, presentándola como inevitable o justificable. Sin embargo, advirtió que esta estrategia tiene límites. “Si hubiera tenido efecto real, no tendríamos las grandes marchas y protestas que tenemos en distintas partes del mundo todos los días”, argumentó.
Durante la conversación, Karmy cuestionó la arquitectura institucional de los derechos humanos surgida tras la Segunda Guerra Mundial. “Los palestinos tienen la complicada situación de oponerse a un imperialismo que dice de sí mismo ser la víctima ejemplar”, dijo, aludiendo a cómo Israel se ha posicionado simbólicamente como “el paradigma de todas las víctimas”.
Frente a esa narrativa, el autor reivindica el derecho a la rebelión como parte de una lucha anticolonial. Para Karmy, la resistencia palestina no se inscribe en la lógica de la victimización, sino en la afirmación política.
Bezalel Smotrich, ministro de Finanzas de Israel y máxima autoridad israelí sobre las colonias en Cisjordania muestra el mapa del nuevo plan de colonización.
“La resistencia palestina tiene una continuidad histórica. No se trata simplemente de Hamás. En los años 60 hubo resistencia palestina y era una resistencia de izquierda. Igual se le tachaba de terrorista y se le echaba la culpa de todos los males que vivía Israel”, explicó.
En el plano geopolítico, el autor distingue entre dos estrategias para “salvar a Israel”: la vía trumpista, que apoya la política de Netanyahu, y la propuesta europea liderada por Emmanuel Macron, que busca una solución moderada. Sin embargo, advirtió que “eso no es una propuesta favorable a los palestinos, porque no contempla la desmilitarización de Israel”.
“El nivel de crímenes, el nivel de discriminación racial, la profundidad de los genocidios, que no tienen que ver con los últimos dos años solamente, sino con 77 años de Nakba, muestran que Israel tiene que sufrir un proceso de desmantelamiento feroz, al punto de constituir un nuevo Estado donde todas las comunidades tengan los mismos derechos”, concluyó.